El segundo jueves de octubre se celebra el Día Mundial de la Visión. Una fecha decretada por Organización Mundial de la Salud (OMS) conjuntamente con el Organismo Internacional de Prevención de la Ceguera (IAPB). El objetivo que persigue con la celebración de este día es concienciar a las personas sobre los diferentes tipos de afecciones visuales, sus tratamientos y, como casi todos son prevenibles o curables, evitar que el paciente pierda totalmente la capacidad de ver. La Sociedad Española de Cirugía Ocular Implanto-Refractiva (SECOIR) se hace eco de esta fecha e informa a la población de una de las enfermedades más frecuentes del ojo y que puede evolucionar a la ceguera si no se trata: las cataratas. El pasado año se realizaron en España un total de 525.000 operaciones de cataratas, una cifra que se prevé que aumente con motivo del envejecimiento de la población.

La cirugía de cataratas durante la pandemia

Según el estudio “Impacto temprano del brote de COVID-19 en el cuidado de los ojos: información del grupo EUROCOVCAT” (*Early impact of COVID-19 outbreak on eye care: INsights from EUROCOVCAT group en inglés), los Servicios de Oftalmología perdieron el 81% de su actividad anual de pacientes en periodos de 2 semanas en marzo y abril de 2020 respecto al mismo periodo en 2019. Esto incluye, refleja el artículo, “una reducción del 97% en el volumen de la cirugía de cataratas -la mayor reducción de cualquier procedimiento de rutina quirúrgica-” y el retraso de las urgentes “por la necesidad de priorizar las emergencias”. Con una prevalencia global de alrededor del 50% en adultos mayores de 50 años, la cirugía de cataratas es la cirugía oftalmológica que más se realiza y uno de los procedimientos quirúrgicos con menor índice de complicaciones. No hay que esperar a estar ciego o perder visión para operarse. Los oftalmólogos  de SECOIR  apuntan que las cataratas debe operarse desde que interfiera en la realización de actividades cotidianas.  Cuando la catarata está muy avanzada, la cirugía es más laboriosa y tiene un proceso de recuperación más lento.

Posibilidad de eliminar los defectos refractivos en la misma intervención

Muchos pacientes que están planteándose una operación de cataratas desconocen la posibilidad de aprovechar esta cirugía para corregir sus defectos refractivos, ya sean miopía, hipermetropía, astigmatismo o incluso presbicia. Y es que se trata de una buena oportunidad no solo para evitar la pérdida de visión asociada a la catarata, sino también para reducir la dependencia de las gafas.

Las principales causas de la visión deficiente en el mundo son los errores de refracción no corregidos y las cataratas.

En España, el 36 % de la población sufre cataratas a partir de los 50 años, porcentaje que asciende casi al 50%  en la franja de entre 60 y 70 años y del 70 %  si se trata de personas de entre 70 y 80 años. Se trata de la patología oftalmológica más frecuente en los pacientes mayores y la principal causa de ceguera reversible. España se encuentra a la cabeza del ranking de países con más esperanza de vida del mundo, dato que explica el aumento de casos de catarata y que lleva a realizar cerca de 500.000 operaciones al año. La cirugía de cataratas es el único tratamiento realmente efectivo para resolver este problema de salud visual. Nuestro país ha sabido estar a la altura dentro de esa tendencia ascendente de casos de catarata, y se ha convertido en un referente mundial en cuanto a diagnóstico, procesos quirúrgicos y mejora de las lentes intraoculares que sustituyen al cristalino.

¿Por qué aparecen las cataratas?

Las cataratas son una opacificación del cristalino, que es la lente natural del ojo y la encargada de enfocar las imágenes en la retina. Además de la edad, hay otras causas o factores involucrados en su desarrollo, como puede ser la diabetes, tratamientos con corticoides, traumatismos, la exposición a la radiación ultravioleta o factores genéticos. Si no se trata a tiempo puede ocasionar la pérdida de visión, aunque se recupera una vez operado. Al principio, la opacidad del cristalino causada por una catarata puede afectar solo una pequeña parte del mismo y es posible que el paciente no se dé cuenta de la pérdida de visión. A medida que la catarata crece, nubla más el cristalino y distorsiona la luz que pasa a través del mismo. Inicialmente, quienes la padecen pueden manifestar alguno de los siguientes síntomas:

  • Visión nublada, borrosa o tenue
  • Aumento de la dificultad con la visión por la noche
  • Sensibilidad a la luz y al resplandor
  • Necesidad de una luz más brillante para leer y para otras actividades
  • Ver halos alrededor de las luces
  • Cambios frecuentes en la graduación de las gafas o lentes de contacto recetados
  • Cambios en la percepción de los colores
  • Visión doble en un solo ojo

Los oftalmólogos de SECOIR advierten de que, a pesar de ser una patología más frecuente en edades avanzadas, cada año aumenta el número de pacientes jóvenes entre 50 y 55 años que tiene cataratas. Por todo ello, recomiendan que la población realice periódicamente revisiones oftalmológicas.